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3 errores del nuevo permiso de paternidad

    Errores del permiso de paternidad

    La verdad es que tengo una mezcla de sentimientos ante este nuevo permiso. ¿Te pasa también a ti? Por una parte, estoy muy contenta de que los padres vayan a poder cuidar más tiempo de sus bebés y sin duda esta medida facilitará la corresponsabilidad parental y eso ayuda a que, poco a poco, vayamos consiguiendo una igualdad real entre mujeres y hombres, aunque aún nos queda mucho camino. Y lo digo porque lo he vivido. Cuando nació mi hijo mayor, su padre sólo tuvo 15 días, y yo me vi sola, recién parida, aun con el dolor de la cesárea cada vez que me levantaba, con un huracán de emociones, y un bebé al que aún no sabía bien cómo debía cuidar. Con mi hija pequeña, tres años y medio después, su padre ya tuvo en aquel entonces ocho semanas de permiso, casi todo el permiso lo cogió cuando yo me reincorporé al trabajo, y sirvieron para que padre e hija fueran, aún más, conociéndose, entendiéndose y necesitándose mutuamente. Y yo, al mismo tiempo, recuperé algo de mi identidad, o de mi espacio como mujer y como profesional. Así que sí, vaya por delante que considero esta medida un avance necesario y positivo. Pero, ¿es suficiente?, ¿echo en falta algo de este permiso?

    Hay tres cosas -importantísimas- que me molestan mucho de este permiso.

    La primera y fundamental: convendría que en estas decisiones se pensara sobre todo en el bebé. Como abogada de familia, estoy harta de comprobar que los niños y niñas son en la mayoría de ocasiones los olvidados. Si se hubiera pensado en ellos, se hubiera ampliado el permiso de maternidad, al menos, a los 6 primeros meses de maternidad. ¿Cómo continuamos con una lactancia exclusiva con nuestros bebés hasta, al menos los 6 primeros meses si pasamos mínimo 9 horas fuera de casa? ¿Cuántas de las madres que estáis leyendo esto recordáis con angustia ese último mes de vuestro permiso intentando que vuestro bebé cogiera un biberón para que se alimentara en vuestra ausencia? Yo no sé la de tetinas que probé sin éxito, con miedo y preocupación. ¿Cuántas de vosotras habéis ido a trabajar y habéis vuelto a casa con manchas en la camisa y un dolor inmenso en los pechos? Sí, ese dolor que se mezcla con el de la culpa. Esa dichosa culpa que siempre nos acecha. La de bebés que han llorado tan pequeñitos, tan indefensos, esperando a sus mamás para alimentarse o para consolarse. Porque sí, a esas edades tan tempranas, da igual si le das el pecho o no, ese bebé necesita a su madre, que para eso ha estado nueve meses pegado a ella. Así que sí, aplaudo que se haya intentado que padre y madre se responsabilicen por igual de sus hijos e hijas, pero aplaudiré más cuando la sociedad en su conjunto -autoridades, empresas, trabajadores y familias- recuerden que los bebés deben estar en el eje de estas decisiones. 

    La segunda cosa que me molesta mucho de esta medida es esa supuesta igualdad, por varios motivos. Para empezar, si una mujer y un hombre tienen ahora ambos 16 semanas pero de éstas, la mujer que ha parido sufre en muchas ocasiones uno o dos meses hasta recuperarse física y anímicamente del parto y el embarazo, ¿dónde está esa igualdad? ¿No deberíamos, como mínimo, tener las mujeres una baja médica tras el parto hasta recuperarnos? Parece que olvidamos que aunque persigamos una igualdad social, económica y política entre mujeres y hombres eso no nos convierte en iguales, somos biológicamente diferentes, somos nosotras las que parimos, y es un acto tan humano, tan animal, que eliminar esta faceta de la ecuación sólo nos hace intentar buscar un hueco libre en un mundo de hombres, pero no en un mundo de mujeres y hombres Y en cualquier caso, ¿de verdad se cree alguien que con esas 16 semanas de permiso de paternidad, ya hemos conseguido esa igualdad laboral y social? ¿Quién suele pedir después excedencias y/o reducciones de jornada? Mayoritariamente las mujeres. 

    Y tercero, esta nueva regulación deja fuera a las familias monoparentales. Un bebé nacido en una familia de dos progenitores tiene 32 semanas de cuidados que no tiene un bebé nacido en una familia de un progenitor. Esto es una discriminación para el bebé. Y da igual dónde nazca un niño o una niña, si tú eres una mamá de una familia monoparental, para ese bebé eres todo su mundo, eres su familia, y debería ser su derecho estar contigo, en tu hogar, el mismo tiempo que lo estaría si fuerais dos. Y tú, mamá de familia monoparental, deberías tener derecho a no hacer malabares para poder cuidar de tu hijo o hija, a no tener que pedir excedencias, reducciones de jornada o a no tener que dejarte el sueldo en que otra persona cuide de la persona que más quieres. Ya sabes que muchas mujeres luchamos por cambiar esta discriminación y que, como abogada, estoy ya iniciando muchas reclamaciones para que mamás como tú puedan acumular los permisos, y para que esos bebés disfruten de su familia. Porque su familia eres tú. 

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